La Ruta Mitológica del Monte Tejas ya existe desde hace un tiempo. Se encuentra en San Felices de Buelna, en la comarca cántabra del Besaya, y es fruto de la iniciativa privada del artista local «Terio» Lombilla.
A pesar de ser una de las rutas mitológicas de Cantabria más transitadas en los últimos dos años, la del Monte Tejas acaba de saldar una deuda con todas las familias que han buscado infructuosamente a este medio centenar de personajes mitológicos que la pueblan.
Y no se había saldado esta deuda hasta señalizar su acceso con cartelería informativa en agosto de 2022.
Habíais sido muchas las familias que nos habíais pedido que os informáramos sobre la Senda Mitológica del Monte Tejas, pero ya sabéis que hasta que una ruta no sea segura para todos, preferimos esperar y no compartirla.
Hasta 2022 no estaba indicado dónde comenzaba, el camino a seguir o el nombre de los personajes mitológicos, y ya sabéis que con los niños tenemos que ir siempre por lo seguro.
También tuvimos que esperar años hasta que se adecentara la espectacular Senda Mitológica de Mina Pepita, y seguiremos aguantándonos las ganas por compartir hasta que cualquier plan o ruta para niños en Cantabria esté en óptimas condiciones para todos y todas.
Tan pronto como vimos la noticia de su inauguración, nos acercamos hasta San Felices de Buelna, y ya podemos compartir esta ruta con todos y todas.
Espero que este artículo te ayude, y que conozcas muy pronto la Ruta Mitológica del Monte Tejas.
La Senda Mitológica del Monte Tejas tiene una longitud de unos dos kilómetros, los últimos 800 metros por pista forestal muy sencilla, aunque no es accesible para personas de movilidad reducida o carritos de bebé 👩🦽
En el artículo conocerás la leyenda de cada uno de los cincuenta seres mitológicos que ocupan el Bosque Encantado del Monte Tejas.
Al final del artículo te voy a recomendar alguna idea que puedes hacer con niños en esta bella comarca.
Desde la publicación de este artículo, cientos de familias han hecho el recorrido por el Bosque Encantado del Monte Tejas y nos informan que siguen apareciendo nuevos personajes mitológicos. No te olvides de poner al final del artículo qué tal te pareció esta ruta 🙂
¿Cómo llegar a la Ruta Mitológica del Monte Tejas?

Para llegar a la Ruta Mitológica del Monte Tejas hay que llegar al Barrio de Tarriba de San Felices de Buelna.
Si vienes en coche, hay que coger la autovía A-67 que sube de Torrelavega a Palencia y coger la salida 172 hacia pol. Industrial/Barros/Los Corrales de Buelna.
Nada más hayas cogido esta salida, sigue por la carretera CA-170 hasta San Felices de Buelna y acércate hasta el Barrio de Tarriba, donde verás señalizaciones hacia las espectaculares cuevas de Hornos de la Peña, que están repartidas por toda la comarca dada su importancia.

Si continúas por la carretera de acceso a las cuevas de Hornos de Peña, verás que llegas al parking de la Ruta Mitológica del Monte Tejas.
No obstante, no te recomiendo aparcar aquí. Es una romería de coches y motos que se debería controlar. Mejor continúa durante 1,3 km hasta llegar al área recreativa del Monte Tejas, donde podrás aparcar con comodidad.

De cualquier modo, para que no tengas duda, las coordenadas geográficas del área recreativa del Monte Tejas son Latitud: 43.250095 | Longitud: -4.018917 o 43°15’00.3″N 4°01’08.1″O en función del navegador que utilices.
El enlace de Google para llegar al inicio de la Senda Mitológica del Monte Tejas es este. Seguro que llegas sin problema. Sigue el que compartimos nosotros, porque si no te llevará al primer parking, y tendrás que andar 2,6 km más por una carretera forestal.
El inicio de la Senda Mitológica del Monte Tejas
Una vez aparcada a la derecha, verás unas barbacoas con bancos a mano izquierda, y un cartel explicativo de la Ruta Mitológica del Monte Tejas.
La Ruta Mitológica del Monte Tejas tiene una longitud de unos 2 kilómetros y se tarda en hacer unas 2 horas. No está preparado para carritos de bebé o personas de movilidad reducida.

Este cartel nos vino muy bien, porque no estábamos seguros de si habíamos visto todas las figuras, y una vez lo revisamos, vimos que habíamos cumplido nuestra misión 😎

La mitología surge de la realidad y ante fenómenos que no se pueden explicar por falta de pruebas palpables, visuales o tangibles, nace la necesidad de darle una razón, un motivo: ahí es cuando aparece la mitología.
El hombre tiende a divinizar aquello que no entiende y de ese modo lo adopta y le pierde el miedo, incluso cree que puede dominarlo. Mitificar lo que no entiendes supone una recreación artística de lo real, pues añade una dimensión mágica a algo.
En Cantabria, la realidad ha sido objeto de mitos desde la edad antigua, como lo muestran las pinturas rupestres, cuya intención mágica es indiscutible o las estelas solares de los celtas.
El paisaje de Cantabria es muy variado, abrupto, sereno y siempre colorido, algo que contribuye a la creación de seres mitológicos que conectan con una cultura rural muy rica y diversa, enriquecida por la historia y las costumbres de cada uno de los valles que la componen.
San Felices de Buelna y concretamente en el Monte Tejas, ofrecen el escenario perfecto para desarrollar este proyecto denominado «Bosque Encantado del Monte Tejas».
Una interesante propuesta llevada a cabo gracias a las manos del artesano local «Terio» que ofrece una excelente muestra de los personajes mitológicos más interesan tes de la mitología cántabra en un entorno natural singular.
Los textos de los antiguos autores han inspirado a la mayoría de las representaciones que han llegado hasta nuestros días. Pero afortunadamente la interpretación de los personajes es libre y se puede vincular a la subjetividad de cada persona a la hora de plasmar las sensaciones que cada ser le aporta: bondad, belleza, crueldad, fuerza, juventud, alegría, sensibilidad.
El carácter y el rol malévolo del Ojáncano, la belleza y bondad las Anjanas, la ternura y amabilidad del Musgoso, los juguetones Trastolillos o el cruel Cúlebre están perfectamente representados.
Todos los personajes que vais a conocer están realizados sobre maderas muertas, no se ha alterado la vida natural de ninguno de los árboles ni del entorno. Se trata de un espacio sostenible donde se ha dado una nueva vida a cada elemento natural. De ese modo, os pedimos a todos los visitantes respeto máximo tanto a las figuras como al espacio natural.
Nos adentramos en el Bosque Encantado del Monte Tejas
Tras haber leído el cartel, y preparado un pequeño tentempié, subimos ansiosos por la pista forestal. Pasados unos 200 metros vimos un cartel a mano izquierda que bajaba por una senda un tanto empinada.
Esta vez me temo que no es una ruta accesible, por lo que no se puede hacer con un cochecito de bebé o por personas de movilidad reducida.
Se tiene que caminar a la vera del río, y hay que cruzarlo dos o tres veces. Además algunas figuras están un poco escondidas, por lo que te tendrás que adentrar por el bosque.

A pocos metros nos encontramos con un corzo que, picado por la curiosidad, nos daba la bienvenida y un jabalí que se escondía de nosotros.
Las Mozas del Agua
No obstante, fue la belleza de las Mozucas del Agua la que nos cautivó.

Las mozas del agua son unas muchachitas que viven en las fuentes y los ríos de Cantabria.
Por su belleza y riquezas se parecen a las anjanas, aunque no tienen tantos poderes. Son muy pequeñitas y se cubren con finas capas de hilo de oro y plata. Tienen rubias las pestañas, las cejas y el pelo, que les cae en largas trenzas por la espalda, y en su frente brilla una estrella brillante.
En la mano derecha llevan unos anillos blancos y en la muñeca izquierda un brazalete de oro con franjas negras.
Las Mozas del agua nunca duermen y las noches las pasan tejiendo madejas de hilo de oro que los días de sol, cuando salen del agua, extienden sobre la hierba para que se sequen. Este momento lo aprovechan para bailar y cantar cogidas de la mano y haciendo corros.
Según bailan, de cada una de sus pisadas brotan unas pequeñas flores amarillas y rojas de vida efímera, que se deshacen en el aire como la espuma. Se dice, que si alguien consigue coger una de estas flores antes de que se deshaga, será feliz y rico toda la vida, pero aún no se conoce a nadie que lo haya logrado.
Cuando se cansan de bailar, se sientan a la orilla del agua donde charlan y cantan, y sus dulces y delicadas armonías son música celestial para quien acierta a encontrarse cerca del lugar.
Seguimos nuestro camino para encontrarnos a uno de los seres más traviesos de la Mitología Cántabra, un Trasgo.
El Trasgu
Los trasgos son unos duendecillos que habitan el hogar. Tienen forma humana, aunque con mucho pelo.
Les protege una especie de pelo sedoso que les cubre hasta la palma de las manos y de los pies, y tiene dos cuernecillos y una diminuta cola.
No se les ve, pero se les oye frecuentemente su habla parsimoniosa como un murmullo ininteligible que lo hace casi mudo. ¿No los has oído ninguna noche en casa? 🙂

En ocasiones se manifiesta con rabiosa violencia, pero en general los disgustos y desazones de alguna importancia solamente le hacen gemir y sollozar fingidamente, algo que alterna con indolencias y burlas.
Por la noche son los auténticos dueños de la casa, lo que hace que cualquier anormalidad que se percibiera, en ese momento o al amanecer, sean culpa del Trasgu: ruidos y estruendos, golpes en puertas y ventanas, rechinar de las bisagras de las puertas, golpes de las calderas de cobre, rompen ollas, tiran la harina o cambian los cacharros y enseres de la cocina y al marchar hacen repicar el almírez varias veces.
Para portarse bien, piden un pocillo de leche, alguna miga de pan y que la chimenea tenga algún rescoldo para acercarse y no pasar frío por la noche.
Los Ventolines
Tras haber pasado un buen rato con nuestro simpático duende, nos encontramos con unos seres aún más misteriosos; los Ventolines.
Dicen que viven en las nubes rojas de la puesta de sol, que tienen forma de ángel y alas verdes de gran tamaño.
Los ventolines tienen los ojos blancos como las olan cuando se desenredan y la cara también igual que la de los ángeles.

Cuando un viejo pescador se cansa subiendo las redes, los Ventolines bajan de las nubes y les cargan los peces en la barca y además los limpian el sudor y les abrigaban con sus alas cuando tienen frío.
Después cogen los remos de la barca y la llevan hasta la dársena, otras veces izan las velas con el mismo fin, ayudar a los pescadores.
Cuando no hay el viento suficiente para impulsar la barca ellos soplan inflando sus carrillos y volando detrás de la embarcación haciendo la brisa suficiente para que la barca navegue.
Antiguamente, en los pueblos costeros, se cantaba un romance que empezaba así,
romance que se identifica como el cantar que antiguamente usaban los pescadores
para pedirles ayuda.
Ventolines, Ventolines
Ventolines de la mar,
este viejo está cansado
y ya no puede remar.
Tras conocer este bellísimo romance, proseguimos nuestra aventura por la ruta mitológica del Monte Tejas, que tantas diversiones nos estaba trayendo.
La verdad es que nos podíamos haber quedado con estos seres bondadosos, porque nos encontramos al más temible de todos: El Cúlebre
Y si el Cúlebre de la Senda Mitológica del Monte Hozarco daba miedo, éste no se quedaba corto 😱
El Cúlebre
Muchas de las cuevas que albergan los bosques, peñas, roquedos y acantilados de Cantabria están habitadas por unos monstruos temibles, entre dragón y serpiente, que se llaman cúlebres 🐉
Por lo general son los guardianes de los tesoros que escondieron los moros.
Es muy difícil verlos, pues salen poco y nadie se atreve a internarse en sus guaridas, pero en los últimos años han sido vistos, por ejemplo el de Secadura; grande como un tronco gigante que se come vacas enteras, o el de Matienzo con forma de reptil enorme, y el de Valdició; que se recuerda como una serpiente muy grande con alas que lanzaba agudos silbidos.

Aunque el más conocido fue el de San Vicente de la Barquera, donde todavía existe la cueva donde vivía. Se trataba de un extraño reptil comparable a un dragón, con cabeza ancha, potentes mandíbulas armadas con colmillos como pedernales de trillo, cresta espinosa hasta la cola, que de un solo movimiento derribaba un caballo.
Sus patas se fortalecían de acero en sus garras y tenía alas de murciélago. Cuentan que cuando respiraba exhalaba un aliento ardiente y nauseabundo.
Los habitantes de los pueblos, donde vivía, debían ofrecerle una joven cada año como sacrificio para que no destruvera las casas, las cosechas y no devorase los rebaños.
Fue una muchacha desafortunada en el sorteo anual, donde elegían a la joven sacrificada, quien se invocó a Santiago en el momento que el Cúlebre se acercaba a degollarla gritando: ¡Santiago, por Dios, ayúdame!, momento en el que el monstruo sufrió un fuerte escalofrío que le hizo perder sus escamas, para posteriormente aparecer en el cielo el apóstol guerrero montado en su caballo blanco y blandiendo su espada, para de un poderoso mandoble cortar la cabeza al coloso malvado.
Fascinados por la historia del temible Cúlebre, seguimos investigando, para ver a un ser más moderno, el Hombre Pez de Liérganes.
El Hombre-Pez
Hace muchísimo años, en el pueblo de Liérganes, vivía un muchacho al que le encantaba zambullirse en el río Miera para coger pececillos.
Se pasaba las horas en casa mirándolos fascinado, echándoles moscas para comer y maravillándose de que no se ahogaran, cuando él no aguantaba más de un minuto bajo el agua.
Empeñado en descubrir el misterio de los peces, imitaba sus movimientos, sus hábitos alimenticios y hacía todo tipo de experimentos en el agua. Lo que más le costaba era respirar sin salir a la superficie, aunque, sirviéndose de una caña larga, conseguía pasar mañanas enteras bajo el agua.
Sus pulmones se fueron acostumbrando y podía nadar minutos sin usar la caña.
Un día, ensimismado en el seguimiento de un pequeño grupo de salmones, de pronto, sintió que sus labios tenían un gusto acre y alrededor había desaparecido el lecho del río.
Además podía ver otros animales que hasta ahora desconocía. Salió a la superficie y se quedó extasiado: delante de él se extendía una extensa llanura de agua azul, estaba en la bahía de Santander. ¡Estaba en el mar!

Volvió a zambullirse y así paso todo el día hasta que anocheció, momento en que recordó que debía regresar a casa. Al llegar, recibió una gran reprimenda de su madre quien le prohibió volver al río y lo encomendó a trabajar, primero en el propio pueblo y después en el puerto de Bilbao.
El tiempo pasó y tras una apuesta con unos amigos para ver quien aguantaba más bajo el agua, desapareció y después de un tiempo lo dieron por ahogado.
🧜🏻♂️Varios años después, lejos de Cantabria, concretamente en la bahía de Cádiz, unos pescadores vieron un grupo de delfines jugando con un pez extraño, que nunca habían visto, tenía cabeza de hombre y utilizaba las manos para acercarse a la boca trozos de pan que los pescadores le habían echado.
Consiguieron cercarlo y con sus redes lo atraparon y lo llevaron a un convento. Después de muchos días sin hablar dijo «Liérganes«
Al tiempo, un fraile en su viaje de peregrinaje hacia Jerusalén y atravesando la Península, se llevo al muchacho hacia el norte y cuando se acercaban a Liérganes, éste se adelantó y llegó directamente a su casa, donde su madre rápidamente lo reconoció.
Se quedó un tiempo, y aunque no hablaba entendía perfectamente lo que le decían, pasaron 9 años, y fue perdiendo las escamas, iba siempre descalzo y tenían que vestirlo o salía desnudo de casa, hacía recados a los vecinos y un día portando una carta a Santander desde las alturas de Peñacabarga divisó el mar Cantábrico, hacia donde se dirigió corriendo para volver al mar y desaparecer para siempre.
Pero nuestro famoso hombre-pez no estaba solo, le acompañaba una querida sirena.
La Sirenuca
Los hombres dicen que las sirenas son siniestras y perversas, al seducir y embelesar a los marineros con sus dulces cantos, y que así se estrellen contra las rocas.
Pero todo esto es falso. Son los marineros quienes abandonan el timón por disfrutar de sus divinas armonías, y estrellan la embarcación contra algún escollo para hundirse en las fauces del temporal.

Las sirenas son adorables, pero es cierto que se enfadan cuando ven que algún marino canta o silba, pues consideran que es burda mofa de sus delicados cantos.
Si eso pasa, nadan alrededor del barco para crear remolinos alrededor y asustar a la tripulación, pero eso es todo.
🧜🏻♀️Para ello, el pescador debe besar en seguida a la sirena, cuya cola se transforma al momento en dos hermosas piernas.
Además la sirena le hará entrega de su espejo de nácar, que él debe esconder de manera que ella no pueda hallarlo, pues si así fuera, el hechizo termina y vuelve a transformarse en sirena para regresar al mar.
Y no cantan para atraer el peligro a los marineros, cantan para deleitarse y para embelesar a sus amados, los tritones. Esta continua esperanza de volver algún día al mar es lo que explica que las ex sirenas no amen a sus maridos.
La leyenda de las sirenas cuenta que si un pescador consigue capturar una, cosa nada fácil, recibe como recompensa de Lantarón, el rey del Cantábrico, un regalo excepcional: el derecho a casarse con ella.
El Trastolillo
El Trastolillo es el duende más conocido de Cantabria. Vive cerca de las casas y entra en ellas por la chimenea para hacer sus picardías. Una vez se cayó de una, por lo que cojea de una pierna.
Es un ser juguetón que se está siempre riendo. Es pequeñito y más negro que el carbón, con el pelo del mismo color. A veces se le confunde con el trasgo.

Tiene la cara vivaracha y los ojos verdes, con unos colmillos retorcidos, dos cuernecitos y un rabito que casi no se le ve.
Viste una túnica roja y un gorrito blanco y se apoya en un bastón de una madera nunca vista por estos montes.
Todas las cosas inexplicables que ocurren dentro de la casa son culpa del Trastolillo: nos tira la harina al suelo cuando estamos haciendo pan, se bebe la leche después de ser ordeñada y quema las gachas de maíz cuando las habíamos alejado del fuego, esconde las albarcas a la entrada de casa y abre las ventanas cuando hace mucho viento por las noches.
El Pecu
Tras jugar un poco con esta divertida criatura, nos encontramos con mi ser favorito, el Pecu.
En un antiguo molino, los molineros se dedicaban a robar poco a poco la harina de sus clientes, llegando a amasar una gran fortuna con la que vivían como señores.
Al cabo de un tiempo, la molinera se quedó encinta, y como nunca se hace mal impunemente, la justicia divina les hizo pagar su soberbia y avaricia con creces. Así, esperaban que su hijo llegara a caballero bien plantado, inteligente y bien educado, pero les salió un engendro bizco, con una oreja más grande que la otra y con nueve dedos en la mano derecha, y dos en la
izquierda, grandes y gordos.
En medio de la frente tenía un bulto enorme como un cuerno de punta blanca, y junto a la nariz un verrugón grandísimo erizado de pelos. Y por si fuera poco, también era duro de mollera y muy malo.

Ya de pequeño se dedicaba a maltratar a los animales y estropear los sembrados, situaciones que a los padres les hacían reír. Creció y lo llevaron a la escuela, donde sólo molestaba a los compañeros y no consiguió aprender más que las letras «P» y «Q», por eso acabaron llamándole Pecu.
Un día, en una de sus malas fechorías acabó pegando al profesor, lo que hizo que la paciencia divina se colmara y aquello desembocara en un tremendo chasquido, y el Pecu se transformó en un pájaro, similar a un gavilán, de cabeza y lomo grises, pecho y vientre rayados y cola ancha como una escoba, y seguidamente salió volando por la ventana.
Sigue presente en los pueblos y bosques de Cantabria y aún se le oye cantar «pe-cu,pe-cu» y no «cu-cu, cu-cu«.
Su maldad sigue atormentando a los hombres, o mejor dicho a las mujeres, pues es el encargado de decidir cuándo se casan, las que se casan, pues a muchas deja solteronas.
En primavera regresa de lejanas tierras, y es cuando las mozas que empiezan a fijarse en los chicos salen al monte a encontrarse con él, cuando lo ven entre las ramas de los árboles deben mirarlo fijamente y decir en voz dulce:
Pecu, Pecu, Pecu,
Colita de escoba:
¿Cuántos años faltan
para mi boda?
Y según las veces que cante el Pecu, serán los años que tarde la chica en contraer matrimonio. Otras veces canta tantas veces que las muchachas huyen corriendo y caen la tristeza y la desolación.
Nos fuimos un poco tristes al conocer la historia del Pecu, pero no nos imaginábamos que, oculto dentro de un árbol, nos íbamos a encontrar al ser más malo en toda Cantabria.
El Ojáncano
De entre todos los seres extraordinarios que pueblan las montañas, valles y bosques de Cantabria, el símbolo de la crueldad, brutalidad y el mal, quien los supera a todos es el Ojáncano.
Habita en profundas cavernas perdidas en recónditos parajes de la montaña, de donde solo sale por la noche para perpetrar sus tropelías: arrasar cultivos, incendiar pajares y casas, derribar puentes, devastar bosques, degollar terneros, incluso personas.
De tamaño descomunal, muy fuerte y robusto. Sus pies son enormes, siempre va descalzo y en cada uno cuenta diez dedos, así como en las manos donde también tiene diez dedos que terminan en grandes uñas, que se convierten en auténticas garras.
Las piernas y brazos del Ojáncano son largas y fuertes y están cubiertas de un pelo rojizo y áspero.
Porta una abundante y enmarañada barba cobriza que le cae casi hasta las rodillas, y en ella esconde un mechón blanco que es donde se encuentra su punto débil: si alguien consigue arrancárselo, moriría inmediatamente.
Tiene una gran cabeza y su cara resulta horrible, está cubierta de pelo rojizo y tiene dos grandes arrugas, una de color azul y otra roja y entre ellas un punto verde. Tiene una nariz enorme y deformada y unos dientes muy grandes, de varios colores y repartidos en dos filas.

En la cara tiene otra de las características más singulares que es la presencia de un solo ojo. Porta una honda creada con piel de lobo que utiliza para lanzar piedras contra sus enemigos.
También se acompaña de un recio bastón que puede transformar en lobo, víbora o cuervo, sus tres mejores amigos.
Los Caballucos del Diablo
No podían faltar los Caballucos del Diablo, nombre que también se le da a algunas libélulas, dado que tienen alas larguísimas y transparentes.
Son siete, y cada uno es de un color: Blanco, negro, rojo, azul, verde, naranja y amarillo.
Representan los colores del arco iris, y el rojo, que cabalga en el centro y es el más grande de todos, es el jefe.
Sus ojos relumbran en la oscuridad, y resoplan por las narices con mucha fuerza y expulsan llamaradas por la boca, dejando un fuerte olor a azufre.
En las patas tienen unos grandes espolones que dejan grandes marcas en el suelo, incluso sobre la roca.

El primero fue un molinero que sisaba a sus clientes parte del maíz o trigo que llevaban a moler. El segundo, un escribano que por dinero y favores firmaba certificados falsos. El tercer caballuco fue un usurero que le sacaba la sangre a los granjeros con todo trucos y trampas. El cuarto, un hijo sin alma que pegaba a su madre y a su padre. El quinto era un padre que había vendido a su hija a un pretendiente rico y viejo. El sexto, un cura que engañaba a sus feligreses contándoles cosas que ni el mismo se creía. Y el séptimo, un hombre muy rico que nunca dio un solo céntimo a los pobres.
En realidad, son las almas de siete hombres que fueron males en su vida, y que los demonios utilizan para visitar el mundo terrestre durante la noche de San Juan para hacer todo el mal que pueden cuando arden las hogueras.
La noche de San Juan es una noche de misterios, hechizos y ritos sagrados, donde las brujas hacen maleficios para que las flores de los castaños no den fruto y todos los espíritus malignos anden sueltos.
Es ahí cuando los Caballucos del diablo aparecen y sólo se les puede ahuyentar con el fuego sagrado que producen las ramas de un álamo o chopo, cuando arden.
Los Enanucos del Bígaro
Todos los niños y niñas de Cantabria han oído hablar de unos seres diminutos que viven en el campo y en los bosques.
Tienen los ojos azules y chispeantes, el pelo bermejo o rojizo y unas pantorrillas muy abultadas. Visten unas calzas de color rojo.
Entre ellos se comunican con un silbido muy característico, similar al canto de un mirlo, y además portan un bígaro o caracola con la que entonan un canto muy especial.

Cuando se enteran de que entre los pastores que cuidan el ganado cerca, hay un zagal y una zagala, entonan con su bígaro una melodía maravillosa que los atrae sin darse cuenta.
Este son, les introduce poco a poco en el bosque y les guía hasta una fuente donde el Enanuco ha envenenado el agua para que se enamoren tan fuerte, que en algunas ocasiones llegan hasta la muerte.
Uno de los más conocidos de esta especie es el que tiene su morada en la colina de Lindalaseras, en el valle de Iguña, muy cerca de aquí, donde todavía se recuerda una canción relacionada con el Enanuco que dice:
«Cuando los enamorados
vayáis a Lindalaseras,
al ver el agua que mana,
tened cuidado al beberla
que allí mora un enanuco
que de noche la envenena»
La Ijana de Aras
Vivían en el Valle de Aras, en el municipio de Voto, en la zona oriental de Cantabria, donde existe un gran número de cuevas donde residen.
Se trata de chiquillas jóvenes, que tienen larga melena rubia o pelirroja, normalmente van desnudas aunque pueden verse con largas capas negras con cinturones de oro, son muy revoltosas y glotonas.
Su característica principal es poseer un enorme pecho que cargan a la espalda, siempre por el lado del hombro derecho, que en ocasiones las ha confundido con pequeñas Ojancanas.

Sus dos fechorías habituales son el saqueo de las colmenas y de las despensas de los hogares, con el fin de calmar su glotonería. Una vez han satisfecho su voraz apetito, se hartan de agua de los arroyos, en los que permanecen hasta que vuelven a sentir necesidad de más travesuras.
Cuenta la leyenda que el cura de San Pantaleón, cansado del descaro e indecencia de estas jovenzuelas, y habiendo decidido acabar con ellas, mandó quemar las cuevas dónde residían, pero al poco aparecieron en el pueblo con la intención de quemar todas las casas del vecindario, siendo la del cura la primera en arder.
Y por si fuera poca aventura, no se nos ocurrió otra cosa que meternos entre un corro de brujas que comenzaron su aquelarre con nosotros de plato principal 😉
El Aquelarre
El Aquelarre es una reuntión de brujas, con gran poder entre los mortales entre la media noche, que es la hora bruja, y los primeros destellos del alba, que ahuyenta a los malos espíritus.
Las brujas no son hechiceras, encantadoras ni adivinas pero son respetadas e incluso se les consulta. A pesar de considerarse familia del demonio, algunas veces el pueblo se beneficia de sus artes🧙🏻♀️
🧹Todos los sábados del año, durante la noche, las brujas salen volando chimenea arriba, ontadas en sus escobas o transformadas en cárabos y lechuzas, rumbo a Cernégula, pueblo en la provincia de Burgos, donde se reunían en torno al fuego de una gran caldera de cobre donde hacían sus conjuros.
Allí se citaban con otras brujas de Asturias, País Vasco y Navarra para realizar sus reuniones y ritos. Durante estas celebraciones las brujas se untan con una sustancia hecha a base de hierbas frías, hierba mora, mandrágora y otras hierbas con propiedades alucinógenas agradables, técnicas que normalmente utilizan para hacer invocaciones al diablo.
Cuando regresan de las reuniones se reúnen en cónclave, donde cada bruja narra sus fechorías cometidas durante la semana, estas reuniones no llegan a ser aquelarres pero alli también converge mucha maldad.

Hacen el mal durante la noche a los niños y embarazadas, atizan los incendios y sueltan
el ganado de los establos, provocando que los animales se degüellen entre sí a cornadas.
Aunque también son curanderas, mezclando hierbas de todo tipo para curar a los enfermos que confien en ellas.
Un elemento fundamental es la escoba, con las que recorren todos los pueblos de Cantabria sembrando el mal y provocando el enojo de sus habitantes.
También se les concede poder sobre los cambios de clima, motivo por el cual al caer una fuerte tormenta y a continuación salir el sol, se presagia la llegada de otra tormenta, es el sol de brujas.
Y frente a ellas, estaba presidiendo el Aquelarre la bruja más mala de todas, la Guajona
La Guajona
A veces, a los humanos nos preocupa el color pálido de nuestros hijos e hijas, que achacamos a que no han comido bien, que algo les ha sentado mal o que han contraído una enfermedad.
En Cantabria hay otra razón para explicar estas anomalías en niños y niñas: Es la Guajona, también conocida como la Lamia.
La Guajona es una vieja muy delgada y siniestra, siempre va tapada de la cabeza a los pies
con un manto negro del que le asoman unas manos renegridas y sarmentosas.
Sus pies son en realidad patas de pájaro, y su cara es amarillenta, rugosa, consumida, llena de pelos y verrugas. Tiene unos ojos diminutos y brillantes, nariz aguileña y boca de labios delgados y negruzcos, se le ve un solo diente, negro del tamaño de un puñal que le llega por debajo de la barbilla.

La Guajona no vive de día y nadie sabe dónde se mete, aunque algunos creen que se esconde bajo la tierra, como los topos.
Por la noche sale y pasea por los bosques y los pueblos como una sombra, confundiéndose entre ellas.
Así entra en las casas sin hacer ruido, se abalanza sobre los niños y jóvenes sanos
mientras duermen y les clava ese diente largo y afilado en una vena, les sorbe la sangre y los deja descoloridos🧛🏻♀️

Pasamos junto a la guarida de unos lobos que acababan de tener cachorritos, mientras el padre aullaba a la luna sin comprender por qué los humanos tenían que tenderles aquellas terribles emboscadas.
Tras disfrutar de tan bella estampa, salimos del bosque para volver a la pista forestal.
A mano izquierda estaba la Reina Mora.
La Reina Mora
Se dice que se trata de una hermosa reina mora que hace siglos fue sepultada en su cuevaen una profunda gruta de Lebeña, en Cillórigo de Liébana.
Se trata un lugar oscuro y húmedo con el techo muy alto donde se dice que guarda paisajes inéditos y de variada condición, alli se pueden observar estalagmitas y estalactitas de caprichosas formas, cuyo perfil se asemeja a una mujer convertida en naturaleza.
Es una Reina Mora de gran belleza, a la que un encantamiento transformó en estatua de piedra por la que resbalan sus lágrimas sin cesar. Llegada la media noche recobra su aspecto natural y se dedica a recorrer las lúgubres salas subterráneas entre suspiros y sollozos.

Otros dicen que la Reina, en realidad, guarda un gran tesoro de valor incalculable, que las huestes de su pueblo moro hubieron de abandonar al huir hace ya siglos.
También se cree que el sonido de las aguas subterráneas y el débil silbido del aire que emana de la cueva, son los lamentos de los cadáveres de los moros allí sepultados tras la batalla de Covadonga, que al igual que la Reina Mora imploran su liberación.
Como explicamos en la preciosa ruta de la Llasca de los Moros, a pesar de su escasa presencia en la historia de Cantabria, se utiliza este apelativo en numerosos lugares que se relacionan con relatos mágicos.
Desde este lugar se ve que hay un personaje mágico a mano derecha y otro si bajamos por un sendero circular a mano izquierda.
Allí se escondía la más bondadosa de todas las hadas, la Anjana.
La Anjana
La Anjana es una hermosa ninfa de medio metro de estatura aproximadamente. De ojos rasgados, pupilas negras o azules y brillantes como luceros, con una mirada serena y amorosa.
Tiene unas largas trenzas rubias adornadas con lacitos y cintas de seda multicolores, y se diñe la cabeza con una corona de flores.
Su piel es blanquísima, y lleva una cruz encarnada en la frente. Su voz es de ruiseñor y tiene unas alitas casi imperceptibles, casi transparentes, que le hacen parecer una mariposa.
Viste una blanquísima túnica larga de lana fina con pintas relucientes como estrellas y larga capa o manto azul con esclavina y pespuntes rojos y dorados, aunque en invierno la capa que usa es negra.
Calza sandalias de piel parda de comadreja con una hebilla reluciente. Lleva una vara verde con una estrella en la punta y una cantimplora con un brebaje milagroso que reanima a los enfermos.

Vive en grutas recónditas que son verdaderos palacios con el suelo de oro y paredes de plata. Llega a vivir cuatro siglos y puede transformarse en lo que desee y hacerse invisible.
Cuando un montañés tiene problemas, sea con su ganado, con sus vecinos o en su familia, invoca a la Anjana, que de una u otra manera intervendrá para ayudarlo si se lo merece al ser una persona de conducta intachable.
Gracias a la existencia de la Anjana, las fuerzas del mal representadas por el imponente Ojáncano, encuentran su equilibrio, ya que es la única criatura capaz de enfrentarse a él.
El Musgoso
Al otro lado de la carretera vimos un cartel por el que se subía por una senda en la que rápidamente encontramos al Musgoso.
Nunca se ha oído la voz del Musgoso. Jamás se le ha visto pararse con nadie, pero en los montes de Cantabria todo el mundo lo respeta y muchos son los pastores, leñadores y vaqueros que le deben grandes favores e incluso la vida.
El Musgoso sólo vive para hacer el bien y para avisar de los peligros de la naturaleza, del Ojáncano o de otros seres malignos.
Siempre se le ve de lejos, rara vez se sale de los caminos que van a los valles, veredas que bordean los arroyos, caminos que suben a las brañas y seles o peñascales donde se suele extraviar el ganado.

Es un hombre alto y delgado, de cara pálida, ojos pequeños y hundidos con barba negra muy larga. Viste una larga zamarra de musgo seco, lleva unas sandalias de piel de lobo, un sombrero de hojas verdes.
En su espalda lleva un zurrón de piel amarilla muy brillante, donde guarda su flauta de color negro creada con una madera que nadie conoce.
Siempre andando lentamente, como si estuviera cansado o como si viniera de un largo viaje, pero nunca se detiene.
Algunas veces saca la flauta y toca un nota ronca seguida de otra más dulce siempre melodías tristes, lentas e inconfundibles. Por la noche nunca toca, pero silba, es un silbido fuerte, largo, inconfundible también.
Puede que pasen años sin que sea visto por los humanos pero la flauta y el silbido se siguen oyendo por prados, bosques y barrancos cuando algo malo va a suceder.
Y no podía faltar un oso en los bosques de Cantabria, así que el Monte Tejas se encuentra una osa pariendo muy cerca de nuestro bondadoso Musgoso.
Osa Pariendo
Nos encontramos ante una osa en el momento del parto. Hace referencia a otro de los personajes malévolos de la Mitología Cántabra, la Osa de Ándara.
Aún se conservan narraciones del último tercio del pasado siglo XIX sobre la existencia de un ente en los pueblos de la región de Andara (entre La Hermida y Espinama, en la parte cántabra de los Picos de Europa) cuyas características físicas y especiales atributos coincidían con ciertos errores que en ocasiones se producen en la naturaleza.
Según los testimonios de los habitantes de la época, podría tratarse de una mujer oriunda de aquella comarca, que realizaba una vida totalmente silvestre y sin ningún sentido de solidaridad humana, muy enfadadiza y hostil que carecía de trato con las personas, probablemente este carácter fue alimentado por la persecución y mal trato de la gente hacia ella.
Al igual que los osos su alimentación se basa en la captura de pequeños mamíferos, especialmente alimañas, pero también de madroños, frutos del serbal y grosellas, así como de miel y bayas de otros árboles y arbustos.
Vivía en cuevas y abrigos naturales ubicados en los picos y riscos de las montañas y como ajuar doméstico sólo tenía un recipiente donde cocinaba, una vieja vasija y un cuchillo hecho con un cuerno de cabra.

Caminaba descalza y vestía cón un viejo jubón recosido a un viejo refajo que nunca cambiaba y se cubría con pieles de cabritillos.
Su cara era oscura y muy arrugada a pesar de no ser muy longeva, cuando se enfadaba su mirada se torcía y se ponía medio bizca, sus manos eran negruzcas, gruesas, grandes y estaban muy agrietadas.
Tenía el pelo muy largo y alborotado de color oscuro, la piel de sus brazos y las piernas era dura como la corteza de un árbol y estaba cubierta de una maraña de pelo como la de un oso.
Poseía un rebaño de ovejas que ella misma cuidaba y del que se alimentaba, entre los animales de su rebaño siempre tenía un rebeco salvaje que había capturado y criado desde su nacimiento, lo domesticaba y cuidaba hasta que lo sacrificaba, momento en que lo reponía con otro recién nacido.

Aunque el regreso no está señalizado, tan solo hay que volver sobre nuestros pasos por la vía forestal y cruzar un pequeño puente que nos lleva al último de los personajes, que no puede faltar en ninguna familia.
La Viejuca
Antigüamente, las abuelas eran auténticas heroínas, atendiendo las faenas mientras los abuelos se iban a trabajar.
Entre otras labores, hacían la comida, cuidaban la cuadra y a los niños. Y por las tardes aún les quedaba tiempo para ir a buscar un coloño de árgumas y palos para hacer la brasa de la trébede, en donde se preparaba la comida.

De niñas casi no pudieron ir a la escuela, pues tenían que quedarse en casa a pastorear el ganado.
Poema de María Lombilla
«Abuela cariñosa y buena
Tú eres madre dos veces
Tú que quieres con ternura
Nunca te sabrán querer tanto como te mereces»
El regreso hasta el aparcamiento del Monte Tejas
Tras haber recorrido unos 1300 metros por el bosque, decidimos hacer la ruta mitológica del Monte Tejas circular, así que volvimos por la pista forestal.
El regreso es muy sencillo, de tan solo 800 metros cuesta abajo.
Así que la Ruta Mitológica del Monte Tejas se tarda unas dos horas en hacer, dado que los niños se lo pasan muy bien con todas las figuras que se encuentran por el bosque.

Solo te pido que utilices las papeleras, y que dejes el Bosque Encantado del Monte Tejas al menos tan bien como lo encontraste.
El bosque es bonito ya sin las figuras, y abundan árboles autóctonos como el roble o el avellano. ¡Así que imagínate lo bonito que es plagado de todos estos seres mitológicos!
💡 Algunas ideas en San Felices de Buelna
En el mismo Barrio de Tarriba te encuentras uno de los parques más grandes de toda Cantabria, con columpios, mesas y barbacoas.
Y al subir ya viste las Cuevas de Hornos de Peña. ¿Por qué no aprovechas para reservar una visita?
Y en San Felices de Buelna también está la Torre gótica de Pero Niño, que también se puede visitar siguiendo este enlace.
¿Qué te ha parecido el artículo? ¿Has encontrado alguna figura nueva? Coméntame qué tal te ha parecido al final del artículo. Nos hace muchísima ilusión y nos ayuda a mejorar.
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No tenia ni idea de lo bonita que es esta ruta. Acabo de descubrir vuestra pagina y me encanta. Se lo recomendaré a mis huéspedes con niños. Enhorabuena por vuestro trabajo. He publicado alguna entrada en mi blog de planes para niños y para las próximas os consultaré. Saludos
Muchísimas gracias. No dudéis en preguntar lo que haga falta 😉
Otra ruta muy famosa con niños es la de las Minas de Udías. Muy llana y segura y está muy cerca de Comillas. Como se llega a la boca de la mina, los niños y niñas quedan encantados.
Hola! Se puede ir con carro de bebe?
Hola Laura. El sendero que va por el bosque no es accesible, por lo que no se puede hacer con un carrito de bebé. Una solución sería bordear el recorrido por la pista asfaltada que rodea la Ruta Mitológica del Monte Tejas mientras el resto de la familia hace el sendero, pero el conductor del carrito se lo perdería 🙁
El único parque mitológico de los tres que hay en Cantabria que se puede hacer con carrito de bebé (con un poco de cuidado) es el de Mina Pepita en Solares.
Muchas gracias, nos alojamos en Lierganes así que iremos a Solares 🙂
¡Liérganes! Menudo pueblo más bonito. Disfrutad mucho y no os perdáis el Fluviarum
Hola, podemos aparcar con autocaravana?? Gracias por tu ayuda
Hola Cecilia,
En El Monte Hozarco se puede ir en autocaravana.
En el artículo lo explicamos con más detenimiento.
Saludos
Hola. Muy buen trabajo, se nota que te apasiona y te informas bien.
Me gustaría saber si cerca de esa ruta podríamos tendríamos una área de Barbacoa. Gracias.
Buenos días Laura. Muchas gracias por tu comentario, es lo que nos motiva a seguir compartiendo planes con niños en Cantabria.
Sin duda, muy cerquita, tenéis el mejor parque con barbacoas, el Parque del Tibo, en Tarriba.
Aseguraos de que está permitido hacer barbacoas el día que vayáis, no vayan a haber restricciones por el tema de incendios.
El aparcamiento delMonte Tejas es en la zona recreativa, que también tiene barbacoas. Lo bueno del parque de Tarriba es que es muy grande y tiene parques infantiles y para adultos.
Disfrutad, y gracias por escribirnos. Ya nos contarás qué tal os lo pasasteis.
Ayer estuvimos en el monte tejas y encontramos una nueva figura que no aparece en el artículo (que por cierto es espectacular, muchas gracias por todas las indicaciones). Se trata del ARQUETU, que está siguiendo hacia arriba la pista donde están la anjana y el musgoso, a pie de pista, igual que la reina mora, no hace falta desviarse. Un saludo!
¡Muchas gracias María! La Ruta Mitológica del Monte Tejas sigue creciendo. Nos acercaremos a conocer a El Arquetu
Hola, algún sitio recomendado para comer después de realizar la ruta?
Gracias.
Hola Susana. En esa zona es difícil equivocarse, pero el Fleming es un clásico. En este artículo te indico cómo llegar.
Ya nos dirás qué tal
Ok lo miro. Muchas gracias!.
Menú no hacem, verdad?. Hay otros cerva q tengan menú. Gracias